Oscuridad, era la primera palabra que aparecía en su mente cada vez que entraba en su cuarto… era la última puerta, al fondo de un pasillo iluminado por antorchas. Ese era el lugar donde había vivido los últimos cinco años, desde que dejó Konoha. Su vida en esos momentos se resumía en una palabra: entrenar. ¿Entrenar para qué? Para se más fuerte, para conseguir el poder necesario para vengar la muerte de su clan. Desde luego había mejorado enormemente, Orochimaru le enseñaba todo lo que podía, y para un Uchiha no hay nada que no se pueda conseguir. El menor de lo Uchihas se levantaba a las seis de la mañana, desayunaba dios sabe que, por que si de algo estaba seguro es que a eso no se le podía llamar comida, y se dirigía al dojo de entrenamiento. Entrenaba antes y después de comer, al finalizar el día se daba un buen baño y se tiraba en su cama a meditar, hasta que se quedaba dormido… Esa era su rutina, y bueno… muy de vez en cuando Orochimaru le daba alguna pequeña misión, eso si, siempre vigilado por Kabuto, a veces pensaba que el peligris le hacía de niñera, Orochimaru ordenaba a Kabuto acompañarle para tenerlo lo más controlado posible, ya faltaba poco para que el cuerpo de Sasuke fuera suyo y no iba a echar a perder todo su trabajo por un descuido…
Kabuto y Sasuke acababan de llegar de una misión, la cual consistía en recoger una serie de pergaminos, libros y cuadernos y traerlos hasta la guarida. Ambos ya le habían entregado a Orochimaru lo que había pedido y se disponían a ir a sus respectivas habitaciones, caminaban en silencio por el pasillo, hasta que uno se decidió ha hablar…
-Lo has hecho muy bien, Sasuke-kun, la misión fue un éxito -dijo Kabuto
-Hmp –se limitó a contestar Sasuke con un aire desanimado
-No me verás en unos días, iré a una misión
-Al fin buenas noticias… -entró a su cuarto, dando un portazo en la cara de Kabuto-
La habitación de Sasuke era bastante amplia, a pesar de que no había ventanas, siempre procuraba tener un par de lámparas encendidas, en el centro de la habitación y justo enfrente de la puerta, se encontraba una cama amplía, con dos mesillas de noche una a cada lado, un gran armario a la derecha y un escritorio lleno de cuadernos y pergaminos a la izquierda. Había otra puerta en la habitación que conducía a un baño. Las paredes de piedra, y el barniz oscuro de los muebles, le daban a la habitación ese toque, como decía él, de oscuridad. Estaba cansado, aguantar a Kabuto dos días consume energías, después de darse un merecido baño, se vistió con un pantalón oscuro que usaba para dormir y se recostó en el centro de la cama, mirando hacía en techo, como si fuera la cosa más emocionante…
“Ya falta poco para que Orochimaru se quede con mi cuerpo, y yo aun no soy lo bastante fuerte” –suspiró-
“Me gustaría saber que están haciendo en estos momentos Sakura y el dobe”
Con el nombre de sus antiguos compañeros de equipo en la mente se fue quedando dormido…
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