Sakura, entraba en su departamento seguida por un pelinegro llevando un par de bolsas en cada mano de sus manos.
-Parezco tu esclavo –le reprochó el pelinegro-
-Si te quejas no te hago la comida
-Si llegó a saber que me haces recorrer media Konoha para que te compres ropa y aun encima me haces cargar con ella hasta aquí no vengo
-En el fondo se que te diviertes –Sakura dejó las bolsas en su habitación y entro en el amplio salón donde estaba Sai
-¡Uy! si ver a una loca que se pasa media hora decidiendo que par de zapatos comprar, para después acabar comprándose los dos pares –Sai trataba de contenerse la risa-
-No estoy loca, además los zapatos son importantes
-Sai se estaba riendo mientras se tiraba en el sofá y cogía el mando del televisor-
-¿Qué estas cómodo? –le preguntaba la pelirosa que lo observaba con una mirada irónica a unos metros de él
-Si ¿me traes unas galletas?
-Sakura le estampo un cojín en la cara –Ahora vengo –dijo mientras entraba en la cocina
-¡Con chocolate! -le gritó Sai desde el salón
-Sakura le lanzó el paquete desde la puerta de la cocina -¿qué quiere el señorito para comer?
-¡mmm! Arroz con curry –le contestó
-Sakura empezó a preparar la comida, y es que le encantaba cocinar, sobretodo pasteles, la razón por la que Sai aprovechaba cualquier oportunidad para hacerle una visita a la pelirosa y auto invitarse a comer… Después de media hora, no había nada interesante en la tele, así que fue a echarla un vistazo a “su” comida, y de paso echarle un vistazo a la cocinera…
-Sai vete poniendo la mesa –le pidió de espaldas la pelirosa-
-¿Que se dice?
-Se dice: si quieres comer pon la mesa –Sakura 1 Sai 0-
-Con un por favor bastaba
-Sai ya había acabado de poner los platos sobre la mesa y ahora estaba apoyado en ella, mirando la figura de Sakura, le costaba admitirlo pero hacía unos meses que había notado cierta atracción por la pelirosa, además Sakura era la única que no lo trataba como el sustito de Sasuke… solo faltaban los vasos y estaban en el estante que quedaba enfrente de la pelirosa, más arriba que su cabeza.
Sai se acercó despacio, abrió el estante y se quedó casi pegado a la espalda de la pelirosa con los vasos en la mano, Sakura había terminado de cocinar y al darse la vuelta se encontró a la distancia de unos cinco centímetros del torneado cuerpo del moreno, eso no la ayudaba a pensar con claridad, y había que admitirlo, Sai era muy, muy guapo… subió la mirada y se encontró con unos ojos oscuros mirando directamente a sus ojos color esmeralda, ambos fueron acercando sus rostros a la vez que cerraban sus ojos, hasta que… en un momento de lucidez la pelirosa se dio la vuelta, cogió la olla en donde estaba la comida, y esquivo al pelinegro mientras le dedicaba una sonrisa, puso la comida encima de la mesa, Sai la siguió y colocó lo restante…
Mientras la temperatura de sus cuerpos y el latir de sus corazones se regulaban ambos empezaron a comer… “Lo mío si que es autocontrol…” -pensó Sai-
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